Éxito de Pedro Mateo González y del dúo pianístico González-Collado.
Durante esta semana, Juventudes Musicales organizó dos interesantes recitales incluidos en la programación extraordinaria que ha elaborado con motivo de su XXV Aniversario. El martes, en el Salón Rojo del Palacio Municipal, el guitarrista abulense Pedro Mateo González ofreció un magnífico recital con un variado repertorio de obras que ejecutó impecablemente. Estamos ante un músico de una gran solidez y de un gran bagaje artístico, aún a pesar de su juventud. Ninguna de las obras que tocó este gran intérprete fue de compromiso o de relleno. Todas tuvieron una ejecución brillante y llena de matices, dando a cada una de ellas su dimensión y su estética adecuadas. El recital se abrió con la “Sevillana” de Joaquín Turina, para proseguir con la “Fantasía nº 7” de Fernando Sor, un compositor que además de ser un clásico del repertorio guitarrístico, cada vez que se oye se engrandece más y más como autor indispensable e imprescindible del siglo XIX español.
Ya en la segunda parte, los “Homenajes” del compositor y guitarrista cubano Leo Brouwer, nos trajo unos sones divertidos y claramente influenciados por cada uno de los compositores a los que el autor homenajea. En todo momento Pedro Mateo González demostró su gran calidad interpretativa, llena de magia y sensualidad, arropado por una acústica de ensueño en este Salón que se debería usar más para este tipo de recitales.
El jueves, en el Conservatorio, el dúo de piano a cuatro manos integrado por Alberto González Calderón y Arnold Collado dio la oportunidad de gozar una vez más con este fenomenal dúo de pianistas que, si ya individualmente han demostrado suficientemente su calidad como solistas, al unirse en este conjunto camerístico alcanzan unas cotas verdaderamente admirables.
Nos trajeron un programa en el que se incluía la muy conocida “Sinfonía nº 9 del Nuevo Mundo” de Antón Dvorak, en la primera parte, y la “Suite Española” de Isaac Albéniz —un compositor del que se cumple en este año el Primer Centenario de su muerte—, en la segunda parte. Ambas partes bien diferenciadas, aunque unidas por el denominador común del nacionalismo musical, tuvieron una impecable ejecución, adecuada en todo momento a la estética de cada uno de los autores. La transcripción de la “Sinfonía” de Dvorak ofreció la oportunidad de oír esta magnífica obra en unas condiciones especiales con unos detalles que se escapan normalmente en la versión orquestal. En cuanto a las piezas españolas, los autores del arreglo, el propio dúo González-Collado se permitieron algunas licencias que sin duda cambiaron y enriquecieron la partitura original en su nuevo planteamiento para las cuatro manos, aunque no por eso dejará de conservarse la obra original escrita por el homenajeado Albéniz. Está por ver si el compositor catalán (tan andaluz a veces) les hubiera dado el visto bueno. En suma, dos conciertos inolvidables.
Texto: Salvador DazaFotografías: Miguel Furlock