EXITO DEL CONCIERTO DE LA ORQUESTA NACIONAL DE MOLDAVIA

Aun a pesar de celebrarse un domingo por la noche, el Auditorio de la Merced estaba abarrotado de un público expectante por disfrutar con un concierto que sobre el papel prometía una velada inolvidable. Y las expectativas se cumplieron. El público se divirtió de lo lindo escuchando a estos competentes músicos de la Orquesta Filarmónica Nacional de Moldavia que ofrecieron su arte interpretativo a los sanluqueños, gracias al patrocinio de la Fundación Unicaja.
 
La Orquesta Moldava, en versión reducida (se echaron en falta mayor número de instrumentos, especialmente en los «tuttis») cuajó una magnífica actuación integrada por piezas muy populares destinadas a un público ávido de escuchar buena música y de reconocer la maestría consolidada de los músicos centroeuropeos. Así, desgranaron las más conocidas obras de Mozart, Rossini, Sibelius, Dvorak, Kachaturian, Piazzolla, Granados (en una versión algo irreconocible respecto del original), Tchaikovski y Bizet. Eso sí, a nuestro modesto entender, interpretadas todas en una actitud de poca comunicación con el público y de una monótona y fría rutina en su ejecución. Algo que  suele ocurrir cuando se da la circunstancia (como suponemos que es el caso) de repetir el mismo programa en muchos lugares diferentes, lo que puede llegar a convertir a los instrumentistas en algo mecánicos, carentes de esa sensibilidad y espontaneidad necesarias para que la magia interpretativa fluya entre músicos y público.
Los numerosos espectadores, no obstante, premiaron a la Orquesta y a su eficaz director con muchos aplausos, puestos en pie. La previsión de los moldavos había ya previsto esta reacción y «regaló» una insuperable «Boda de Luis Alonso» de Jerónimo Jiménez, que volvió a  levantar al respetable de sus asientos. Pero ya la velada no daba para más y los músicos se retiraron con la seguridad de haber cumplido bien su trabajo, sin más explicaciones.

Faltaron los programas de mano y, al menos, una protocolaria presentación del evento por parte de los organizadores, pues se echó en falta esa solemnidad propia de las noches importantes para una ciudad ávida de cultura de calidad. Los responsables políticos deberían tomar buena nota: nuestros conciudadanos necesitan este tipo de actividades durante todo el año. Cuando estos espectáculos se organizan bien y se anuncian con la debida antelación, el público responde con generosidad. Por lo visto en esta noche, es un tópico que estas actuaciones extraordinarias solo tengan cabida en el verano. A los hechos me remito.

Texto y fotografia: Salvador Daza.